Prometo no prometer más.
Pues cuando uno promete ya no es voluntad hacerlo bien.
Sino, es como una presión invisible hacia un ideal.
¿Eso no es estresante?
No quiero un año más de mounstroso estrés.
Ese horrible que nadie invita y se cola sin avisar.
Ese que separa hasta el más lindo de los amores.
Ese que se burla cuando frunzo el ceño.
Ese que al final de cuentas, todo lo arruina.
Hasta la más bonita conversación, fracasa.
Pero sé que lograré eliminar la presión.
Porque no es una promesa, sino un deseo.
Prometo no tener más promesas.
Solo deseos y fuertes ganas de "querer" no prometer.
En ese sentido, no prometo dejar de llorar.
Sino, quiero cambiar esas lágrimas que duelen.
Cambiarlas por brotes de risa, o muestras
aguaditas de fe.
Llorar no siempre es doloroso, puede que sea el reflejo de una emoción.
Quiero y deseo hacerlo por mí, por ti y por todos los que me quieren.
Quiero siento que será posible.
Porque no es promesa, sino deseo.
Prometo no prometer.
Para que mi alma se sienta tranquila.
Para luchar por lo que realmente deseo sin llegar a metas puntuales.
Sin promesas que al no cumplirse dejan forados no visibles.
Dejan espacios vacíos.
Alientos sin fuerza.
Pasos flojos.
Tragos amargos.
Marcas que marcan con dolor.
Una promesa es más que una "promesa".
Es un contrato que un anónimo firma cada minuto.
Una promesa es más que una palabra.
Es una obligación jodidamente complicada que se debe cumplir.
Una promesa no se puede ser raptada por el viento.
Tiene pies de plomo y vive en nosotros.
Por eso...
Prefiero desear en lugar de prometer.
Deseo no prometer nada durante el 2011, solo vivir feliz con el mejor de los recuerdos siempre presentes. Deseo que la vida misma, me siga enseñando a vivir sin ti y de esa manera, pueda ayudar a los que pasan por lo mismo que yo.
Deseo no guardar rencores en el corazón. Que solo tenga espacio para amor y más amor.
Deseo que este año, sea mi año.
Estoy segura que así será...
Con tu ayuda.