Entusiasta como siempre me dijo esa misma noche "no te preocupes Mari, todo está bien y estamos muy cómodos en el carro. Será un largo camino. Voy a dormir un ratito, te escribo mañana temprano". Nos despedimos no sin antes decirnos "hasta mañana".
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Era enero de este año que a trancas y barrancas ya está por terminar y yo entraba en una nueva oficina. Había pasado tres meses imposibles en un lugar que prefiero no recordar, todo por una mala decisión que hasta hoy me trae ingratos recuerdos. Esta sería una oportunidad para renacer, y es que no hay como comenzar en un lugar de cero. Hasta hoy recuerdo el día que la conocí, siempre me decía que ella estaba muy contenta de aprender cada vez más. Eso era lo que más me motivó a enseñarle todo lo "poco" que aún conozco de esta vida "comunicadora". "Asu Mari, tú has trabajado en varios lugares. Qué mostro poder escuchar nuevas ideas", me dijo el día que le conté mi trayectoria. Noté sus ganas de aprender, su miedo por no haber tenido mucha experiencia en el rubro antes, sus ganas de hacer las cosas de la mejor manera. Me gustó mucho esta chica...
Tuvimos oportunidad de reír juntas sin parar hasta cuando las cosas iban mal, estresarnos con algunos temas que por nada del mundo querían inclinar la aguja para el lado positivo y hasta llorar alguna que otra vez. Cuando la veía un poco preocupada, lo cual era un poco raro porque siempre trataba de lucir tranquila, le decía que no había problema si algo salía mal, que nosotros venimos al mundo con varias cartillas en el bolsillo para equivocarnos libremente. "Alguna vez en tu vida la vas a cagar. Y es en ese momento en el que vas a aprender mucho más que un día cualquiera. Si te contara toooodas las veces que la he cagado", le decía para que se arriesgue y no se hunda si pisaba mal, o si el viento soplaba en contra.
Una vez, tuvo que cancelar algo que ya había coordinado. La pena por llamar y decir "mil disculpas no podremos hacer lo que planeamos" le quería ganar. Me decía con los ojos gachos "Mari pero voy a quedar pésima con la persona! Cómo le voy a decir que sí y luego que no!", creo que si hubiera podido hacerlo por ella lo hubiera hecho, pero no era lo correcto. Debía levantar el teléfono y decir las cosas directamente, "a la vena", como se lo dije.
Hasta hoy, antes de ir a algún evento importante, cierro los ojos y me acuerdo esa vez que nos dirigíamos a uno de los tantos eventos que organizamos juntas. Era un viernes, y encima era 13, un día que se grabó en nuestras memorias como "el viernes de terror del año". Todos los invitados nos cancelaron a sólo unas cuadras de llegar al destino. La cara de la tranquila Mari se transformaba cada vez que llamaban a su celular. Se agarraba la frente y empezaba a sudar frío. No nos quedaba más que mirarnos y reír. Era una real pesadilla.
Cada almuerzo con ella era divertido. Sentada en su lugar especial, siempre con las manos entre las piernas por el frío que hacía (aunque hubiera sol) esperando ansiosa su plato de comida. Y si pedía mayonesa y no se la traían, por Dios que corrieran todos antes de terminar su último bocado. La vi preocupada, estresada, angustiada, pero jamás la vi tan molesta como cuando de esperar la comida se trataba "pero ya mejor no me traiga la mayonesa señora porque ya voy a acabar mi plato" decía muy seria. "Mejor pégale", le decía luego de cambiar la cara seria, por una amplia sonrisa cuando le traían la esperada mayonesa.
Portadora de una sonrisa espectacular. Y una risa realmente cotagiosa por cierto. Una vez recuerdo que atracada en el tráfico regresaba de una reunión y ya no me daba tiempo de ir a la oficina, cogí el teléfono y la llamé apurada antes de que el reloj marcara las 7 pm "Mari ya no voy a volver a la oficina, por favor antes de irte apágame la TELE", la escuché suspirar ahogando una risa oculta "no te preocupes Mari, yo ahorita te apago LA COMPU supongo", simplemente exploté con una carcajada, como siempre volada yo. Cada vez que me confundía o le cambiaba de nombre a las cosas ella me decía "eres una candidata a tener alzheimer de vieja Mari".
Pasaron unos 10 meses y cuando me senté a hablar con ella para poder hacer un "status" general le dije que quería escuchar sus impresiones acerca de nuestro trabajo juntas. "En verdad siento que de enero a la fecha, he aprendido mucho más de lo que pensé" yo también lo notaba así. Ya no era la misma chica tímida, insegura y demorona. Había crecido un poco más y estaba contenta por haber sido una partecita de ese crecimiento.
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Le mandé una alerta al nextel el día sábado y no contestó. "Fácil está juergueando", pensé, "mejor la llamo mañana para ver si ya tiene todo listo". Hablamos un poco antes de que oscurezca y ya deba salir hacia la oficina. "Ya tienes todo listo no? No te olvides de tu repelente para los mosquitos y tu cámara para que te tomes muchas fotos. Me llamas antes de salir y cuando llegues también así sean las 5 am".
En la sala de la casa miré el reloj, y sólo faltaban algunas horitas para su partida. Me sentía un poco ansiosa, pero creí que sería pasajero, quise que se me fuera esa angustia, traté de controlarla y me quedé dormida. Me desperté unos minutos después un poco exaltada y miré mi celular. Un mensaje de ella figuraba expectante en la pantalla principal "Ya estamos partiendo Mari, todo está muy bien. La gente es super buena onda, demasiado buenas personas. Estamos muy cómodos y con ganas de llegar". Hablamos un poco, nos reímos otro tanto y me dijo que aprovecharía en dormir. "Hasta mañana Mari, me llamas ni bien lleguen. Descansa".
Jamás imaginé que esa sería la última conversación con ella. Que ese "mañana" no llegaría nunca, y que hoy, hace un mes recordaría con millones de sentimientos encontrados a esa chica blanquiñosa de pecas y pelo castaño que siempre respondía ante cualquier problema con una gran sonrisa y un sincero "no te preocupes Mari".
Trata que allá arriba, en donde seguro ya te la debes de haber encontrado, se sienta contenta. Que desde el cielo envíe señales a su familia, tal como tú lo sigues haciendo con nosotros. Cuéntale tus historias y mira esa linda sonrisa. Sé que debe tener familia por ahí, pero de todas maneras quería darte ese encarguito. Hace un mes tomó ese vuelo sin retorno y recién hoy me atrevo a hablar de ello. Se abrieron heridas que mi corazón aún no sana, y me costará mucho poder pasar este capítulo. Pero creo que es hora de dejarla volar. Sé que vas ayudarla en todo lo que necesite, no la dejes sóla porque seguro, debe extrañar a su papito.
Es imposible no cuestionar,
no reclamar a la vida misma.
Es difícil.
Pero quiero seguir pensando que allá arriba,
Dios está armando un batallón de ángeles.
Ángeles que sólo vinieron a la tierra por poco tiempo,
para hacernos creer que el bien existe.
En esta vida...
O en la otra...